SANTO DOMINGO. Mientras miles de jóvenes dominicanos con títulos universitarios luchan por encontrar un empleo digno, en las urbanizaciones cerradas de Piantini, Naco o la Marina, las puertas automáticas se abren con un sonido que ha dado nombre a un fenómeno social: el “sinsin”. Al otro lado de esas puertas, viven los “titi” y las “nisi”, personajes de un estereotipo que refleja una de las brechas más profundas del país: la desigualdad de oportunidades.
Entre 2020 y 2023, un promedio de 88,666 personas con estudios universitarios estuvo desempleada cada año, según datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE). Este número equivale a más de la población de San José de Ocoa. Mientras tanto, en las redes sociales, el debate sobre los “titi”, “nisi” y “sinsin” se ha convertido en una forma de crítica social, satirizando un estilo de vida de privilegio que muchos ven como desconectado de la realidad nacional.
¿Quiénes son los “titi”, “nisi” y “sinsin”?
Estos términos, nacidos del sarcasmo popular y amplificados por memes y redes sociales, no son solo apodos, sino retratos de un modelo de exclusión social.
El “titi” (acrónimo de Tío Típico) es el hombre de clase alta que juega al golf, habla con un acento español exagerado y presume de sus viajes a Europa. Es dueño de caballos de paso fino, asiste a eventos de élite y rara vez pone un pie en el transporte público.
La “nisi” (del inglés nice, pronunciado con aires de sofisticación) es la mujer que mezcla español con inglés en cada oración, lleva ropa de marcas europeas y envía a sus hijos a colegios bilingües. Su mundo gira en torno a spas, brunch dominicales y redes sociales perfectamente curadas.
El “sinsin” recibe su nombre del sonido de las puertas eléctricas de las casas de lujo. Representa al dominicano que vive en un entorno blindado: seguridad privada, chofer, empleados domésticos y una vida completamente aislada de los problemas del país.
El privilegio como ventaja laboral
Mientras 88 mil profesionales altamente calificados licenciados en ingeniería, administración, educación, derecho buscan trabajo sin éxito, los hijos de los “titi” y “nisi” suelen acceder a empleos no por concurso, sino por redes de contactos, influencias familiares o recomendaciones internas.
Un estudio del Instituto Dominicano de Evaluación y Acreditación de la Calidad Educativa (Idaec) reveló en 2023 que el 62% de los jóvenes de sectores altos acceden a su primer empleo a través de familiares o conocidos, frente al 28% en sectores populares.
“Es una ventaja estructural”, explica la socióloga María Elena Reynoso. “Tener un padre que es dueño de una empresa, un tío en un banco o una madre en un despacho de abogados no es mérito del joven, pero determina su futuro laboral. Mientras, el egresado de una universidad pública puede tener mejores calificaciones, pero no tiene ‘quien lo coloque’”.
La crisis del talento subutilizado
Según la ONE, en 2023 había 92,341 universitarios desempleados, el porcentaje más alto desde 2015. Muchos de ellos trabajan en empleos informales o por debajo de su nivel de formación: ingenieros como vendedores ambulantes, maestros dando clases particulares, economistas manejando motocicletas para delivery.
“Estudié seis años para ser arquitecto, pero llevo dos aplicando a firmas y no me responden”, cuenta Luis Manuel Sánchez, de 28 años, egresado de la UASD. “Mientras tanto, veo en Instagram a gente que no terminó la carrera y ya está en un despacho de diseño porque su papá es amigo del socio”.
Este fenómeno no solo afecta a los individuos, sino a la economía. La CEPAL ha advertido que la subutilización del talento humano cuesta a la República Dominicana puntos de crecimiento económico y reduce la innovación en sectores clave.
¿Solo broma o crítica social?
Los “titi”, “nisi” y “sinsin” comenzaron como figuras de broma, pero han evolucionado a símbolos de una élite económica y social que reproduce privilegios de generación en generación. Su forma de hablar, vestir y vivir se ha convertido en un código de pertenencia a una clase que, aunque pequeña, concentra gran parte del poder económico y político del país.
“El problema no es que alguien tenga dinero”, señala el economista Carlos de la Mota, “sino que ese dinero abra puertas que permanecen cerradas para el 90% de los dominicanos, sin importar su esfuerzo o preparación”.
Hacia una sociedad más justa
Para reducir esta brecha, expertos recomiendan:
Políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades en el empleo.
Mayor transparencia en los procesos de contratación en el sector privado y público.
Fortalecimiento de programas de pasantías y empleabilidad para egresados universitarios.
Una reforma educativa que vincule mejor la formación con las necesidades del mercado laboral.
Mientras tanto, el “sinsin” de las puertas automáticas sigue resonando, pero también crece el reclamo de una sociedad donde el mérito, y no el apellido, determine el futuro de los jóvenes dominicanos.
Fuentes:
Oficina Nacional de Estadística (ONE), Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT), 2020-2023
Instituto Dominicano de Evaluación y Acreditación de la Calidad Educativa (Idaec), 2023
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Informe sobre Desigualdad en R.D., 2024
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